Los tres paraguas

20 octubre, 2015 Mi DTM 2015

Pues sí, el DTM ha finalizado un año más y un año mas de alguna manera he sido de la partida. No con la intensidad habitual porque mis pupas me han obligado a fallar en las últimas pruebas, como ya me pasó en 2013.

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Pero eso no quita que no estuviera en alma en las carreras aunque me perdiera la victoria de Miguel. En mi anterior artículo ya comenté los duros momentos que pasamos juntos, pero tampoco es cuestión de olvidar los buenos, que también los hubo.

01-viernes-36Recuerdo una visita a Amsterdam ( foto aquí al lado) en la que íbamos Mariano, Meni, Andrea (la hermana de Miguel) y Mireia. Mariano se empeñaba en ir a parar a un parking que él recordaba y como no había manera de llegar a él, se iba poniendo cada vez mas nervioso hasta que le dije: “¡para ahí y no te muevas!” Ante mi imperativo categórico se detuvo al tiempo que yo llamaba a casa, le daba a mi hijo Daniel nuestras coordenadas y algunas indicaciones de a donde supuestamente teníamos que ir a parar. Como Dani estaba acabando física, necesitó pocos minutos para interpretar los datos necesarios para el GPS y mandármelos… ¡estábamos a 800 metros de nuestro objetivo pero en línea recta no en redonda! Y así por fin pudimos conocer el famoso barrio Rojo de Amsterdam… digo… el centro de Amsterdam, muy bonito por cierto.

Sí, pasamos momentos muy divertidos. He comentado el dramático Hockenheim de 2012, con mi tumor a cuestas, pero ese fue uno de los fines de semana más divertidos en el DTM. Venían con nosotros David Gou, amigo personal de Miguel y Daniel, mi hijo, que venía de “vigilante” mío. Pero Mariano no contó con la presencia de David y encontrar hotel para él fue una odisea que además generó la negativa expresión “viajes Mariano” cada vez que algo salía mal porque el pobre David fue a parar a un antro al que se le puede llamar de todo menos hotel. Podéis ver la foto aquí abajo, con estatuas de la libertad en el tejado.

Lo más divertido fue cuando en mitad de la noche rumbo a lo desconocido yo conducía, Daniel iba de copiloto y los otros tres detrás. Y en un momento determinado Meni me pregunta “oye Carlos, y si el GPS falla, ¿a quien vas a llamar? Porque Daniel está aquí con nosotros…” tras unos segundos de angustia el propio Daniel contestó: “No te preocupes, si el GPS falla tengo todos los mapas impresos en papel” Muy Sheldon Cooper…

img_6356El viaje a Hungría también fue divertido, especialmente por el más que sospechoso aspecto del “hotel Amadeus” donde no alojamos, propio de “Viajes Mariano” aunque en este caso lo había reservado yo, lo que provocó que Mariano se tomara su cumplida venganza mofándose de mi y del hotel todo el fin de semana. Durante nuestra primera comida, recién llegados al hotel, al camarero se le resbaló una cerveza que cayó sobre las otras copas causando un gran estropicio. Mariano tuvo incluso que ir a cambiarse de arriba abajo y menos mal que los cristales rotos no afectaron a nadie. Cuando el consternado camarero vino a pedir disculpas entendimos lo que había pasado: se llamaba Atila y al menos con nosotros cumplió con su nombre.

Cenando en Buda Salvador, un amigo de Mariano, pidió dos platos de nombres impronunciables y a pesar de la insistencia del camarero, no los quiso cambiar. Luego resultó que eran dos variantes de “goulash”, así que el amigo “Vadó” salió del local echando fuego por la boca y reclamando poco menos que el retorno del emperador austro-húngaro porque algo colocado sí iba sí, necesitó bastante vino para digerir todo aquello.

Claro que los viajes son mas divertidos si viene Joan Gou con nosotros, el padre de David. Tipo simpático, agradable, gran conversador y con la frase adecuada siempre a punto, ha estado dos o tres veces conmigo en la cabina de retransmisión y alguna vez tuve que hacer amago de echarle porque me hacía reír en plena carrera y sin decir nada, con su simple lenguaje corporal. Lorand Fedacou, ingeniero de Miguel en Phoenix, se partía el pecho por su capacidad de hablar en francés imitando el acento parisino y las dos cenas con el en el famoso restaurante Pistenklause (foto) en Nurburgring fueron memorables.

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Claro que además de divertido es un personaje atento y caballeroso y como el sábado por la tarde empezó a llover, ni corto ni perezoso se fue a comprar tres paraguas. Luego ellos se fueron directamente al restaurante donde nos encontramos todos y solo al salir del mismo y ver que estaba lloviendo de nuevo cayó en la cuenta de que se había olvidado los paraguas en el hospitality ya que al salir del mismo no caía una gota.

Al día siguiente los buscamos por todas partes en el hospitality de Audi, pero lamentablemente de los tres magníficos e impolutos paraguas nunca más se supo…

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