Radios y vallas

Dos hechos periféricos dieron la nota en Singapur. El asunto de las comunicaciones de Toro Rosso y el asalto de los mecánicos de Ferrari a la zona de pódium para festejar el triunfo de Sebastian Vettel.

Del primer tema, el de las radios, es un episodio mas de lo dañinas que son las comunicaciones y de este espeso tema de las “ordenes de equipo” que tantos quebraderos de cabeza han generado a lo largo de la historia.

En este caso concreto el resultado ha sido curioso. Personalmente creo que si se establecen ordenes de equipo luego hay que cumplirlas, así que lo primero es saber si Toro Rosso tenía algún tipo de acuerdo con sus pilotos al respecto. Pero tanto si lo había como si no, Max Verstappen y el propio equipo, con Franz Tost a la cabeza, han quedado en una posición difícil.

Crearse el estigma de piloto rebelde al estilo de Raikkonen puede ser simpático, divertido y mediático, pero como después no lo corrobore con grandes resultados, será un arma que irá en contra del piloto. De momento ya ha dejado a su equipo en evidencia ya que no se han atrevido a replicarle ni a criticarle o castigarle su rebeldía. Eso deja a Carlos Sainz como el gran beneficiado: no hizo nada mal, respetó al equipo y a su compañero y encima consiguió un resultado para nada criticable.

Ahora bien, lo que ya me parece fuera de lugar son algunas cosas que he leído en el sentido de que ahora Toro Rosso se ha “desenmascarado” y ha demostrado que Max es “el elegido”, “el preferido” y cosas así. ¿Dónde está la novedad? Eso lo sabemos desde antes de empezar la temporada, Verstappen es un piloto señalado por Red Bull, robado a Mercedes y enviado a Toro Rosso para que se curta, mientras Carlos Sainz llegó allí metido con calzador, mas por “influencias coronarias” y por el dinero de Cepsa que por otra cosa. El problema es que Carlos lo está haciendo muy bien, resiste cualquier comparación con el holandés y eso sin duda no estaba previsto ni en Toro Rosso ni en Red Bull, pero eso no quita que el piloto “de la casa” sea Max.

Y en cuanto a la invasión de los mecánicos de Ferrari, también he leído auténticas barbaridades contra ellos, desde insultos de todo tipo a peticiones de retirarle a Vettel la victoria. Es evidente también que quienes escriben esto no habrían dicho lo mismo de haberse dado esta misma circunstancia hace un año y con Alonso en el pódium, entonces habrían opinado cosas muy diferentes.

Pero es que además demuestran que nunca han pisado un paddock y si lo han hecho nunca han mirado a la cara a estos mecánicos (de Ferrari o de cualquier otro equipo) que dentro de los equipos son quienes más trabajan y menos cobran, que están sometidos a una presión tremenda ya que es muy fácil dar ordenes, pero a veces muy difícil cumplirlas, que un error suyo en un pit stop puede acarrear problemas deportivos al equipo, sí, pero a ellos puede costarles incluso el puesto de trabajo.

¿No recordáis aquel mecánico que el año pasado en Spa se olvidó de cargar una de las baterías de Alonso? Creo recordar que el viernes murió su padre y no fue autorizado a volver a casa y después aún tuvo que hacer frente a las consecuencias de su error. Al principio de temporada Mauricio Arrivabene consideró como el objetivo de la temporada “al menos tres victorias”. Al conseguir la tercera se desató la euforia, una euforia exagerada, pero igual tenían mas razones de las que conocemos.

Alcanzar “los objetivos” desde un punto de vista empresarial puede significar para ellos una prima, un aumento de sueldo o incluso la renovación automática de su contrato de trabajo con todo lo que esto significa. Por tanto considero que están en su derecho de desatarse de vez en cuando y además, que alguien haga alguna gamberrada en esta F1 tan políticamente correcta, no está bien, pero tampoco hay que exagerar las críticas. Un respeto para el trabajo y los sentimientos de estos trabajadores que son quienes hacen el trabajo sucio para que se cuelguen las medallas los demás.