Butch Lindley

Mi gran amigo Carlos Barazal ha escrito en su blog una durísima entrada llamada “Uníos” en la que critica a los creadores y propagadores de rumores falsos o intencionados acerca de la situación de Michael Schumacher.

Estoy de acuerdo en lo que dice, sobre todo en el fondo, ya que es deleznable que se creen estas situaciones, como aquel descerebrado que creó una cuenta en twitter llamada algo así como “Jules RIP” dándole por muerto anticipadamente.

Pero en estos dos casos hay algo diferente. Carlos critica los rumores sobre Schumacher pero no los de Bianchi y es lógico: sobre el alemán hay muchos, mientras que sobre el francés hay todo lo contrario, certezas. Y es que a mi modo de ver, en el primer caso hay una persona que es la causante indirecta de todos estos rumores, la propia Corinna Schumacher. Lo escribo desde el más absoluto respeto a sus decisiones, pero alguien debería aconsejarle cambiar de política.

Sólo sabemos de ella o de Sabine Kehm cuando salen a desmentir rumores, a negar noticias o a anunciar que no van a anunciar nada. Este oscurantismo, este hermetismo, es el causante de tantos dimes y diretes y de tantas falsedades. Fijémonos en la familia de Jules: llevan emitidos ya tres comunicados, en los cuales nos han informado del estado del piloto, de su traslado a Francia, de la poca evolución de su salud; han dado las gracias a los aficionados, a los médicos y a todo el personal que ha colaborado o colabora con ellos. Noticias muy genéricas y que no dicen gran cosa, pero que son suficientes. Saben que cientos de miles de aficionados quieres saber y sobre todo, tienen el derecho a saber. Ellos, los padres, la familia de Jules, entienden perfectamente cual es la línea entre la privacidad y la comunicación.

En cambio no se puede decir lo mismo del entorno de Schumacher. Corinna sabía usar muy bien a los medios, para hacerse famosilla, para salir en periódicos, revistas y televisión. Sus apariciones eran lo suficientemente frecuentes como para convertirla en lo que los ingleses llaman una “WAG”, (Wife and Girlfriend) acrónimo dedicado a las novias y esposas de los futbolistas británicos principalmente, muchas de ellas famosas e incluso alguna por sus escándalos sexuales.

Pues bien, si Corinna utilizó la prensa a su favor, lo cual no es nada criticable, simplemente estaba ahí y ella ni se escondió ni fue tan discreta como, pongamos por caso Raquel del Rosario, no tengo nada en contra de ello. Ahora bien, sí estoy en contra de que ahora no quiera tener ningún contacto con dicha prensa y no solo se dedique a ningunearla sino que incluso intente acallar toda clase de opiniones. Tiene que entender que si antes les seguían por sus éxitos, es lógico que ahora lo hagan por su dolor, un dolor que afecta e interesa también a millones de seguidores de su marido.

Me da vergüenza ajena la actitud del médico de la FIA, Gérard Saillant, yéndose al hospital de Lieja para intentar dejar sin trabajo a Gary Hartstein, su predecesor, por las opiniones de éste en su blog personal, opiniones que puede verter cualquier médico pero que en su caso han sido las más autorizadas de cuantas se han leído durante este año de oscurantismo. Y no me cabe duda de que si el Dr. Saillant fue a Bélgica, fue por orden de Jean Todt y naturalmente no hace falta imaginar quien debió pedírselo al francés.

Es lamentable la actitud de dicho médico, me resulta lamentable la actitud del entorno de Schumacher y me resulta tristísima toda esta situación, ya que desafortunadamente este hermetismo me hace pensar que Michael está en coma profundo, todas estas historias de que reconoce con los ojos y cosas así me suenan a falsas y entiendo el drama de Corinna y de sus hijos, ya que ambos son lo suficiente mayores como para ser ya partícipes de las decisiones inherentes a su padre, pero ello no justifica esta actitud hacia el exterior.

Si he titulado este artículo con el nombre de Butch Lindley es porque fue un piloto de la NASCAR que en 1985 se estrelló en Bradenton (Florida) y quedó en coma. Cuando fue trasladado a un hospital en Virginia, donde vivía y estaba su equipo, su jefe de mecánicos (que no lo era el fin de semana del accidente), el famoso Larry McReynolds, estuvo durante semanas yendo a verle cada dos días y se pasaba dos horas hablando con él, contándole asuntos de las carreras, preguntándole como quería que le preparara el coche para el fin de semana siguiente y demás cosas que se le ocurrían con la esperanza de que algún día Butch le contestara. Semanas después fue trasladado a su casa y allí estuvo en permanente vigilancia hasta el punto de que Joan, su esposa, dejaba las puertas abiertas ya que de vez en cuando el enfermo emitía algún ruido y alguno de ellos podía ser el signo del despertar. Nunca lo hizo y murió cinco años después sin haber salido del coma. Una situación parecida a la que estamos viviendo en ambos casos ahora, aunque con casi 25 años de diferencia.

Entiendo que tiene que ser terrible una situación así y por tanto respeto el drama de estas familias. En el caso de Corinna, como esposa y madre de los hijos de Michael y la que debe ser aún más terrible, la de los padres de cualquier hijo en una situación como la de Jules. Pero en lo dos casos que nos han golpeado este año, hay actitudes mucho más agradecidas que otras de cara a los aficionados.

La entrada de Charly Barazal está aquí