Por segunda vez consecutiva el resultado de un Gran Premio ha sido el mismo: Vettel primero y Alonso segundo, ocurrió en Bélgica y ha ocurrido en Monza. Como en la película “el día de la marmota”, en que el actor se despierta cada mañana sin que el tiempo transcurra y se encuentra en un bucle siempre igual, lo mismo está pasando en el Mundial: Vettel y Alonso primero y segundo carrera si carrera también y el mismo orden en la general.
El anuncio oficial del fichaje de Daniel Ricciardo para sustituir a Mark Webber ha significado el final del culebrón del verano. El coche más apetecible de la parrilla ya tiene segundo ocupante, una operación que será uno de los grandes alicientes de la próxima temporada ya que todos nos preguntamos si el australiano tiene suficiente nivel para pilotar este coche. Las constantes polémicas en torno a los pilotos de Toro Rosso, alimentadas entre nosotros porque uno de ellos fue Jaime Alguersuari, de la influencia de Helmut Marko en todo ello y de su capacidad de decisión a la hora de elegir a los pilotos de Red Bull, han generado un sinfín de especulaciones y comentarios.
¡Si! Ya sabéis que mis siete años en el DTM me han hecho ser un ferviente creyente de su organización y de sus normas, así que si la Federación alemana de Automovilismo decretó la exclusión de Mattias Ekström por haber sido rociado con agua por su papá, es evidente que es una decisión justa, ponderada, ajustada a derecho e inapelable. ¡Y si no se puede rociar con agua a un piloto antes del pesaje, es que no se puede, ni ahora ni antes!
Con ocasión del GP del Canadá basé mi crónica en el hecho de que el título iba a ser una cuestión entre los dos pilotos que encabezan el Mundial. Para ser exactos, titulé “Vettel y Alonso se van quedando solos”, algo que en los últimos GP parecía haberse distorsionado. La victoria de Hamilton en Hungría, combinado con la segunda posición de Raikkonen en la general, parecía abrir el abanico de candidatos. El GP de Bélgica ha devuelto las cosas a su sitio.
La séptima ronda del campeonato DTM resultó interesante y con un resultado inesperado a tenor de cómo se desarrolló la clasificación el sábado. Pero la típica lluvia del Nurburgring trastocó todos los planes y como ocurre a menudo, hizo la carrera más divertida. Robert Wickens logró su primera victoria, Mike Rockenfeller reforzó su liderato y Miguel Molina consiguió sus primeros puntos de la temporada.
La “premier” del DTM en Rusia no puede catalogarse de fracaso, pero tampoco de gran éxito. Fue una carrera muy táctica en un circuito poco interesante y en el que prácticamente el resultado se decidió el sábado. Aunque las tácticas tuvieron su influencia, el equipo Audi fue el gran dominador y sin duda Mike Rockenfeller hizo una gran operación de cara a adjudicarse el título. Lamentablemente nuestros representantes no pudieron hacer un buen papel.
