El Chaleco

Cuando en 2006 me tocó ir al DTM, tuve que hacer frente a una de las cosas más habituales antes de cualquier viaje, elegir el tipo y la cantidad de ropa adecuada al destino. Además de ello, decidí utilizar un chaleco.

Hace años hice amistad con un oficial del Circuit de Catalunya llamado Joan Perera, amistad que tuvo su punto de arranque cuando un hermano suyo llamado Eduardo, comerciante en maderas, me lo presentó.

Yo trataba con Eduardo y más tarde con Joan por temas ajenos al automovilismo y pronto nos hicimos amigos porque no sólo estaba en el Circuit, sino que además siempre lucía un escudo de Ferrari en la solapa, aunque lo que al principio me resultaba más chocante de Joan era que siempre iba impecablemente trajeado, pero en lugar de corbata lucía siempre pajarita… ¡pero era una pajarita de madera!

Un día me contó el porqué de ello: el ramo de la madera estaba en un momento de gran competitividad (eran los años de la entrada en el Mercado Común), de muchas ofertas y contraofertas y él consideraba necesario que los clientes o futuros clientes le identificaran a él y a sus productos de manera diáfana. Sin duda presentarse con una pajarita de madera era una idea genial para ser reconocido y recordado con facilidad.

Esta anécdota del amigo Joan (que es con quien estoy hablando en el Safety en la foto de apertura) me vino a la memoria cuando tuve que preparar mi “equipaje” para mi primera temporada DTM. En los años del Canal Satélite Digital habíamos usado unos chalecos con las siglas del CSD, que probablemente hubieran hecho esta misma función de “darnos a conocer” de haberlo necesitado. Pero estando en la elitista televisión de Bernie Ecclestone no hacía ninguna falta utilizar signo identificativo alguno, pues las invitaciones eran siempre colectivas (es decir, nos invitaban a todos en conjunto) y bastaba el pase acreditativo de la FOM para que en cualquier parte tuviéramos las puertas abiertas y encontráramos sonrisas de bienvenida, nos conocieran o no.

Ante la perspectiva de introducirme en un campeonato como era el DTM me pareció que sería útil volver a utilizar algún sistema para ser reconocido con cierta facilidad. No tenía muy claro cual era la estructura del mismo en cuando a Prensa y Relaciones Públicas, tenía miedo de tener que enfrentarme a un ambiente cerrado e incluso hostil (tenía una idea muy, pero que muy equivocada y tópica de los alemanes) y me pareció adecuado intentar algo parecido a lo que había hecho en su día Joan Perera.

Así que con la idea de que el chaleco fuera algo así como mi “tarjeta de presentación visual” me fui a las primeras carreras, procurando utilizar en la medida de lo posible siempre la misma ropa en cada carrera aunque eso ya dependía más del tiempo atmosférico. Llevaba además una mochila de SEAT de color amarillo chillón, así que seguro que no iba a pasar desapercibido.

Luego resultó que además el chaleco era práctico. Tenía que llevar el móvil, la máquina de fotos, la grabadora, libreta y bolígrafo, gafas de sol y graduadas, las llaves del coche (y del hotel si estaba en Inglaterra) la cartera de documentos, pilas de repuesto, alguna hoja suelta con los horarios, sitio para colocar la tarjeta de embarque en los aeropuertos… es decir, que disponer de muchos bolsillos también era útil, especialmente mientras viajé sólo, ya que, por poner un ejemplo, si tenía que consultar un mapa buscando un pueblo perdido de nombre impronunciable sin detener el coche, era vital saber que en el bolsillo superior derecho siempre encontraría las gafas graduadas y así no perder el tiempo ni arriesgarme a un accidente buscándolas por todas partes.

El chaleco no hizo falta para que me identificaran porque rápidamente me ambienté en el DTM, ya que tanto a nivel oficial como de colegas fui uno más en poco tiempo. Incluso en algunas épocas me sentí un poco mimado, ya que en aquel entonces un español era algo casi exótico y ello me permitió pronto ser lo suficientemente conocido como para tener la entrada franca en todas partes. Por eso empecé a presentarme como “the only Spanish journalist in the DTM”, definición que todavía hoy, salvo en contadas ocasiones, sigue siendo válida.

En estos últimos años he dejado de usarlo porque al ir acompañado y a lugares y situaciones ya muy conocidas no hace falta tener tantas cosas a mano. Además el chaleco lleno pesaba y castigaba los hombros y el cuello, fatiga que al final del día se notaba. Por eso un día me cansé de llevarlo, pero tengo los dos que usé guardados, tanto como recuerdo como por si algún día tengo que volver a las carreras disfrazado de aventurero.

Con el gran Mika Häkkinen de charla el sábado por la tarde, en sus habituales «round table» para la prensa.

Nota:

Ya que esta es una entrada “personal” aprovecho para comentaros que tras unos días de ausencia vuelvo a estar aquí. Mis problemas de salud de Valencia han tenido que ser resueltos pasando por el quirófano y tras la intervención quirúrgica ahora ya estoy en proceso de recuperación. Estoy seguro que volver a estar en contacto con vosotros y nuestras interesantes discusiones serán la mejor terapia, así que gracias otra vez por estar aquí y espero que sigamos en contacto.
Un abrazo a todos,

Carlos