Gran y espectacular carrera

Normalmente el Gran Premio de Hungría no destaca por su espectacularidad ni por lo interesante de sus carreras. Se le llama el “Mónaco sin edificios” pero también podríamos llamarlo el “Mónaco sin carisma”.

Sin embargo en esta edición 2014 la carrera ha sido sumamente espectacular y nos ha deparado muchas sorpresas, la más importante de ellas la derrota de Mercedes a manos de Daniel Ricciardo y de Fernando Alonso.

La carrera fue extraordinaria porque tuvo un componente que para mi fue capital: al empezar con neumáticos de lluvia (aunque fueran los intermedios) la norma de la obligatoriedad de llevar los dos compuestos de seco quedó anulada. A partir de aquel momento cada uno podía hacer lo que le pareciera mejor con sus neumáticos.

Y creo que esa fue la clave de la carrera y debería ser la clave del futuro: que cada cual ponga, utilice, distribuya y gestione los siete juegos de neumáticos como mejor le parezca. Porque ello nos permitió ver todo tipo de combinaciones y así vimos a Ricciardo ganando con tres paradas, a Alonso acabar segundo utilizando solo los blandos o a los Williams intentando compensar sus carencias con los duros.

Y todo ello funcionó, tuvimos una carrera espectacular, emocionante y divertida en la que los pilotos valieron más que sus coches y en donde la carrera no se decidió hasta las últimas vueltas con tres y hasta cuatro candidatos a la victoria.

Centrándonos en la carrera, una vez más Alonso demostró porqué está considerado el mejor de la parrilla, porque una vez más suplió las carencias de su monoplaza con una visión de carrera extraordinaria. Andrea Stella le dio un mensaje curioso, cuando le dijo más o menos (no recuerdo las palabras exactas) “con estos neumáticos hemos hecho 27 vueltas, quedan 30, a ver hasta donde podemos llegar” que venía a significar algo así como “haz lo que puedas, lo dejamos en tus manos”. Y Alonso lo hizo, aguantó hasta el final, mantuvo las distancias con los Mercedes pero sin forzar, consiguiendo llegar al final y liderando la carrera con firmeza y autoridad.

Después del pastiche del sábado Ferrari no merecía un resultado así, pero Alonso sí. Ya no sólo por sus méritos, sino por la paciencia de estar en un equipo tan descoordinado y caótico como este. Lo del sábado con Raikkonen no tiene nombre, especialmente con Hamilton y Maldonado fuera en el primer minuto de la sesión.

Y en un circuito y en una carrera en la que el guión se salió de lo normal y además varias veces, Lewis Hamilton fue el otro gran protagonista, con una de esas remontadas “imposibles” marca de la casa a la que ya nos estamos acostumbrando y en la que batió a su compañero sin mayores contemplaciones. Rosberg fue a otra táctica pero está claro que saliendo en pole, acabar cuarto es una dura derrota.

Daniel Ricciardo está siendo la gran sorpresa positiva de esta temporada. No cabe duda de que el piloto australiano está sorprendiendo a todo el mundo, es el único piloto que ha ganado un gran premio (bueno, ahora ya dos) sin llevar un Mercedes y está empezando a ridiculizar a su compañero de equipo, un tal Sebastian Vettel que ayer tuvo mucha suerte de no acabar empotrado contra el muro como Checo Pérez. Un error de pilotaje provocó un trompo espectacular del que salió indemne, en un Gran Premio en el que él mismo declaró el sábado que “por primera vez esta temporada me he sentido a gusto con el coche”. Lo demostró en la clasificación, pero no en carrera.

Ricciardo consiguió su segunda victoria con todo merecimiento. Si, en nuestros corazoncitos hubiéramos deseado que Hamilton le aguantara hasta el final, porque estaba claro que si superaba al inglés haría lo mismo con Alonso. No hay nada que objetar, fue así, lo hizo muy bien, supo esperar su momento y ganar una carrera apasionante que nos deja un gran sabor de boca para disfrutar la pausa veraniega.