Javier del Arco

Hace unos años el RACC tuvo la buena idea de hacerle un homenaje a Javier del Arco, un homenaje merecido y además oportuno, ya que estas cosas hay que hacerlas en vida del personaje, no después.

Yo estuve en aquel homenaje y aproveché la ocasión para darle a Josefina un ejemplar de la revista en la que había escrito un artículo dedicado a Javier. Se la di a ella para que se la enseñara cuando hubiera ocasión y sin darle más importancia de la que tenía.

Mi sorpresa fue grande cuando aquella misma noche ambos me llamaron para agradecerme el texto, no esperaba que se dieran tanta prisa en leerlo y mucho menos que me telefonearan a aquellas horas para agradecérmelo. Quiero que aquella llamada sea mi mejor recuerdo de Javier como persona, ya que del Javier Escritor (con mayúscula) nos queda un legado inmenso al que sólo el tiempo dará su verdadera dimensión.

He pensado que el mejor homenaje que pudo ofrecerle es volver a publicar aquel texto en este blog, ya que en él condensé todos mis sentimientos hacia él y su obra.

QUERIDO JAVIER

En el último número de nuestra revista colega, F.1 Racing, Javier del Arco escribe en su columna acerca de los 40 años del nacimiento de la revista Fórmula, una efemérides que sin duda solo celebraremos los que somos muy veteranos en esto del automovilismo deportivo.

Querido Javier, lo que no puedes escribir, y por esto lo hago yo, es la enorme influencia que tuviste en aquella revista, en sus contenidos, en dotarla de una identidad que enamoró a todos los aficionados y sin duda captó a muchos que no lo eran.

Todos los que estamos llegando, o ya hemos pasado de los 50, somos hijos de aquella revista, de aquella época… y de Javier del Arco de Izco. Fuiste tu quien nos enseñó lo que era el automovilismo, lo que era la Fórmula 1 y sobre todo, lo que era escribir.

Tus artículos eran insuperables, especialmente en una época en que podías escribir sin prisas y con pocas limitaciones de espacio. Tus crónicas de los Grandes Premios, a los que ibas en tu modesto SEAT 600, acompañado muchas veces por tu inseparable Josefina, eran una lección de periodismo deportivo y de aventura que nos encandilaba.

Además, Fórmula creció mucho en aquellos años, y tu pudiste aumentar tus crónicas y artículos. No puedo escribir esto sin olvidar tus biografías, centradas especialmente en los pilotos de entreguerras (tu época favorita) y algunos artículos escritos contando tus propias experiencias en primera persona.

Por ejemplo, en 1971 nos deleitaste con “Inolvidable Nurburgring”, un artículo en el que narrabas la emoción de visitar por primera vez el mítico circuito y como fueron Emerson Fittipaldi y su Lotus 72 los primeros en pasar delante de ti en el famoso Karrusell. Lo tuve muy presente cuando yo fui por primera vez, aunque no pude hacerlo hasta 1997 y apenas si pude verlo a trozos.

Antes de mi primer viaje a Hockenheim (en 1989) busqué la biografía de Bern Rosemeyer porque recordaba que allí habías escrito donde estaba el monolito en su memoria: la segunda área de descanso de la autopista Frankfurt-Darmstadt, donde, efectivamente, lo encontré.

Aprovecho para contarte que yo descubrí “Fórmula” un verano en Sitges, en Agosto del 70, pero con 13 años, no tenía las 50 Ptas. que costaba y a partir de entonces, aquella revista se convirtió en un auténtico peregrinaje: para reunir el dinero, volvía a pie del colegio, “sisando” a mis padres las 5 Ptas. del billete de autobús. Y cuando ya tenía el dinero, empezaba el siguiente peregrinaje, el de recorrer cada día los tres kioscos que había cerca de casa esperando ansiosamente que alguno de ellos tuviera ya el ejemplar del mes… que siempre salía con escandalosos retrasos.

Y aun tuve que esperar bastante tiempo para reunir las 400 Ptas. que necesitaba para poder comprar los números de Enero a Agosto del 70, y así tener mi propia colección, desde que empezó a gustarme esto de las carreras de coches que, al decir de mis progenitores (y por esto me costaba reunir el dinero) eran la causa de mis malas notas.

Todos nosotros te debemos algo, y por esto te hemos sido fieles desde entonces, procurando leer todo lo que has escrito: ya fuera en La Vanguardia, Solo Auto o tu propia revista, que solo pudiste mantener un año. Y seguimos comprando tus libros anuales mientras los editaste, y cuando creíamos que el mejor del Arco ya había pasado, aún nos sorprendiste con tu obra definitiva, la historia de Montjuic.

Han pasado 40 años, (para mi 36) y mi colección de Fórmulas sigue aquí, bien guardada e idolatrada y todavía en ocasiones consultada, porque fue una revista que se adelantó a su tiempo, y que fue fiel reflejo de la genialidad que, para lo bueno y para lo malo, te ha acompañado siempre. Has tenido una gran influencia en mi vida  y no se me ocurre mejor manera de agradecértelo que aprovechar este aniversario para decirte ¡gracias Javier!

Nota: Valentí Fradera escribió un excelente artículo en Historis sobre Javier hace pocos meses. Merece una lectura, podéis encontrarlo aquí.