Las estatuas de Juan Manuel Fangio

Hace tiempo que tenía ganas de escribir algo sobre las estatuas dedicadas a Juan Manuel Fangio, el quíntuple campeón del Mundo argentino, ya que hay varias repartidas por el mundo y yo he visto dos de ellas.

La muerte de José Froilán (a) “Cabezón” González hace pocos días me ha hecho recordar este tema ya que era el único superviviente de aquel grupo de pilotos argentinos que acompañaron a Fangio en su aventura europea, donde también estuvieron Onofre Marimón, Roberto Mieres y Roberto Manzón.

Fangio y González llegaron a ganar Grandes Premios y el primero de ellos la friolera de cinco Títulos Mundiales, motivo por el cual está considerado como uno de los mejores pilotos de la historia. Es lógico por tanto que los recuerdos hacia él se sucedan.

Cuando colocaron la estatua del piloto junto a su Mercedes W125 en el Circuit de Catalunya, obra del escultor Joaquim Ros Sabaté, me pareció bellísima y muy representativa. Fangio y su Mercedes. Bien, habría mucho que discutir sobre eso porque quizás la imagen más representativa del argentino debería ser con el Maserati 250F con el que ganó su último título y con el que llevó a cabo la mejor carrera de su vida, en el Nurburgring ese mismo año, que además fue su última victoria.

Pero es cierto que ya retirado estuvo muy ligado a Mercedes en muchas cosas, fue su embajador, sin duda un acierto de la marca ya que no se podía encontrar mejor persona para ser embajador de algo: Fangio fue siempre un caballero, dentro y fuera de la pista, en su época de corredor y después. Lo fue hasta el último día de su vida.

Cuando encontré la de Nurburgring me llevé una gran decepción ya que me pareció muy feo que fuera exactamente la misma estatua. ¡Que poca imaginación, que poco respeto! Cuando colgué la agenda de aquella carrera en el blog, ya me advertisteis de que había más, y a día de hoy creo que son seis. Están en Puerto Madero, Mónaco, Nurburgring, Monza, Stuttgart y por supuesto en el Circuit de Catalunya.

Como ya he dicho, al principio me pareció feo y poco ético que fuera siempre la misma estatua, pero después, al ver las diversas fotos de las que no conozco, empecé a darle un valor distinto, a pensar que quizás el que sean todas iguales puede estar bien. La estatua en si es excelente, ¿cómo hacerla sino? Si, con el piloto dentro, en otra postura o con otro coche. Quizás podría ser mejor, o gustar más, pero la representatividad sería la misma, así que poco a poco voy aceptando la idea de que las estatuas sean todas iguales y así puedo decir satisfecho que yo he visto dos de ellas.

Y ahora caigo en que los Oscar de Hollywood son siempre iguales, seguro que todo aquel que tiene dos los pone uno al lado de otro para que no quepa la menor duda de cuantas veces ha ganado el preciado trofeo. Venga, pues si, acepto que las estatuas sean iguales, lo importante no es la cantidad sino el contenido ya que las seis representan a uno de los mejores pilotos de la historia de nuestro deporte.

En alguna ocasión he contado que conocí a Juan Manuel Fangio. En el año 1976 un grupo de entusiastas crearon el “Karting Club España” y yo fui uno de sus primeros socios de honor, por mi labor en pro del karting a pesar de que sólo tenía 19 años. Montamos un “stand” en el Salón del Automóvil de Barcelona y cuando las autoridades pasaron a inaugurarlo lo hicieron con Fangio como invitado de honor. Cuando pasó por delante de nuestro sitio me faltó tiempo para reconocerlo y me interpuse en el camino de la comitiva para saludarle y con una “cassette” hacerle un par de preguntas. ¡El gran Juan Manuel Fangio contestando a un jovenzuelo y hablando de karting! Fue un momento de gran emoción para mi, pero más lo es recordarlo ahora. Lamentablemente aquella pequeña grabación se perdió, como lo lamento ahora.

Y por último y para terminar esta entrada sobre Fangio, un recuerdo de la primera vez que apareció en mi vida: debió ser en 1963 o 64 cuando cogí el sarampión y mi padre me regaló el primer libro de dibujos de Tintín. Nos gustó tanto que en cada ocasión que teníamos comprábamos uno (ya sabéis: cumpleaños, Reyes, fin de curso etc.) y así en el libro “El asunto Tornasol” hay una viñeta en la página 34 donde un intrépido conductor esquiva a un helicóptero que se ha posado en la carretera para impedirle el paso y lo hace saliéndose de la calzada. Uno de los que observa la escena exclama: ¡que bárbaro, ni Fangio al volante!