Una vez más, Le Mans

Hay carreras que año tras año agrandan su leyenda, aunque sea sólo por el hecho de haberse celebrado de nuevo. Cada edición de las 500 Millas de Indianapolis nos recuerda que aquella fue una carrera legendaria venida a menos, pero no por ello pierde su grandeza.

Cada edición de las 24 Horas de Le Mans es la confirmación de una carrera siempre al alza, probablemente la más importante del mundo en estos momentos.

Los organizadores de Le Mans, el ACO (Automobile Club de l’Ouest) son una entidad con una gran potencia, capaces de desafiar el poder de la FIA para mantener en pie su carrera con sus ideas para ella. Les tiene sin cuidado las normas de campeonatos que ha hecho la FIA en otras épocas y si no les han gustado, se han limitado a no inscribir su prueba en el campeonato, sabiendo que todos los participantes iban a ir igual.

Y esa potencia les llevó hace unos años a crear su propio campeonato, las Le Mans Series, que con diversos cambios han sido la base de participación hasta la llegada del nuevo WEC que está sancionado por la FIA, pero cuyas normas y reglamentos son del ACO.

Y ello permite mantener unas 24 Horas de Le Mans cada año mejores, más ricas y con mejor participación. Que la carrera sea buena o no, no depende de los reglamentos técnicos, pero lo cierto es que la mezcla de marcas importantes con tecnologías diferentes convierten a la carrera en algo más que un simple reto deportivo.

Los coches híbridos, con motores eléctricos y de combustión, con uno o dos recuperadores de energía, con diesel o con gasolina, con simple o doble tracción e incluso experimentos como el Nissan, ofrecen diversidad sin que haya desigualdad. La lucha a tres entre Audi, Toyota y Porsche ha sido digna de la historia de las 24 Horas. El más rápido no ganó, el outsider pudo hacerlo y al final la marca más experta y veterana repitió victoria.

Los híbridos diesel ganaron a los híbridos de gasolina, pero la igualdad fue magnífica durante casi toda la carrera y demostraron una vez más que se pueden ver buenas carreras sin llegar a la estandarización de la Fórmula 1. Y además la carrera fue interesante, con varios cambios de líder, con un Marc Gené que hizo una de sus mejores carreras, un Antonio García que una vez más subió al podium en su categoría y un Lucas Ordóñez que quedó inédito.

Menos mal que el segundo Porsche también abandonó antes del final, ya que de lo contrario no quedaría ninguna duda de que Mark Webber es gafe. A la que se subió al coche con posibilidades de ganar, éste se averió. Porsche hizo un buen papel aunque no resistieron la dureza de un circuito increíble, que es la base del éxito de esta carrera: 13 kilómetros, carreteras abiertas al tráfico, una zona permanente que tiene casi cuarenta años de antigüedad… en definitiva, un circuito de verdad donde las mecánicas y los hombres son sometidos a duro castigo.

Y aunque el resultado haya sido el mismo de los últimos años, no quiero acabar esto sin comentar el nuevo éxito de Audi. Las últimas normas del ACO eran un poco “anti-Audi” y puedo asegurar que este año no las tenían todas consigo y más tras las dos derrotas en las dos primeras carreras del WEC. Pero el R-18 e-tron quattro no se diseñó pensando en el campeonato, sino pensando en la joya de la corona, para ganar, una vez más, las 24 Horas de Le Mans.