Como es tiempo de verano y llevamos unos días de calma automovilística, he escrito esta pequeña reflexión sobre la casuística de viajar en avión. No es un tema estrictamente de competición, pero como va muy ligado a mis aventuras espero que os guste.
Viajar es interesante, pero también tiene muchos inconvenientes. Mucha gente cree que esto que hacemos es apasionante y divertido y no niego que lo sea en algunos aspectos, que nos enriquezca culturalmente y que nos permita vivir la competición de manera directa, algo que nos da una pátina de conocimiento muy superior a quien sólo ve las carreras por televisión. Pero también tiene muchos inconvenientes y curiosidades.
Por ejemplo, viajar en verano es atroz. Estoy acostumbrado a coger aviones casi todo el año y durante todos los meses, las rutinas habituales se desarrollan con normalidad. Pasar el control de seguridad, hacer la cola del embarque, sentarse en el sitio y esperar el despegue siempre es lo mismo y es extraño que algo se salga de la normalidad. Cuando se apagan las luces del cinturón de seguridad casi nadie se mueve de su asiento, todo el mundo tiene claro lo que hace y lo que va hacer, todo está tranquilo y normal.
Pero ¡ah amigo! Llega el verano… y con ello los pasajeros ocasionales, aquellos que se van de recreo y que están convencidos que el primer peldaño de unas vacaciones que han de ser apasionantes es el del avión, que sin duda les ofrecerá el primer chasco del verano cuando vean que esto de volar no tiene nada de divertido.
Estoy seguro que más de uno de estos individuos (normalmente hombres) se deja aposta algo para que le pite el control de metales. Cuando esto ocurre no pueden esconder una cierta cara de satisfacción, ya tendrán una primera cosa que contar y sobre la que debatir. ¿Y dentro del avión? Les cuesta un mundo sentarse, encontrar su sitio, asegurarse de que su amigo también tiene el suyo, tienen que abrir dos o tres veces el compartimento de la maleta para coger esto o aquello sin acabar de decidirse con qué se quieren quedar; y en cuanto se apaga la luz de los cinturones tiene que volver a levantarse inmediatamente para hacer alguna cosa y sin embargo saben esperar pacientemente a que vengan las azafatas con los carritos para tener que ir al lavabo, obligándolas a extrañas maniobras para dejarles pasar.
Afortunadamente la proliferación de aparatitos electrónicos ha calmado bastante a estos pasajeros ocasionales, especialmente a los jóvenes, que antes eran uno de los peores calvarios para un viaje veraniego en avión. En cierta ocasión, viajando al Gran Premio de Hungría, había dos jugando a resolver acertijos, pero estaban separados por ocho o diez filas de asientos y lo hacían a gritos. Si aquel día Raimón Durán y yo no cometimos un asesinato es que ya no lo cometeremos nunca.
Los viejecitos del Inserso (o como se llame) son también fuente de problemáticas que se repiten una y otra vez. Cada vez que coincido con uno de esos grupos escucho los mismos problemas: no les han asignado bien los asientos y al Pepito no le han puesto al lado de su María y es que “esto no nos lo han hecho bien”. Son una generación acostumbrada al orden establecido y si tienen un asiento al lado de otra persona, aunque sea de su mismo grupo pero que no es su pareja, se les hace difícil el compromiso de cambiarse sin que alguien les de el visto bueno, lo que genera increíbles discusiones entre ellos. Son una generación que crecieron al amparo de una dictadura y por tanto su cultura es la del orden establecido, la de que si lo ha dicho alguien, ellos no son nadie para cambiarlo, la del camino marcado irrefutable. No se en otras ciudades, pero en Barcelona es muy normal ver en el carril Bici a gente mayor yendo por él. El sentido de las dos líneas marcándoles el camino a seguir lo tienen muy arraigado. Les gusta ir por donde les dicen sin apartarse, la amplitud de la acera les desconcierta.
Y en el avión ocurre lo mismo. Tiene que ser la azafata quien les diga al los dos miembros del matrimonio que pueden sentarse juntos aunque no tengan los asientos correlativos y que pueden cambiarse con el otro matrimonio que tampoco los tiene. Pero esto, dentro de un avión, es una trifulca interminable, como lo es el de las maletas que se pueden portar en la nave. La proliferación de compañías “low cost” y su agresiva conducta contra el equipaje lleva a situaciones grotescas. Tengo una maleta de mano que ha dado la vuelta al mundo y durante quince años ha viajado en toda clase de aerolíneas. Sin embargo, una llamada Wizzi la consideró fuera de medida y tuve que pagar como si llevara un tesoro.
Y al mismo tiempo en esos aviones siempre hay quien cuela maletas y otros utensilios absolutamente desproporcionados que conllevan otro de esos vicios típicos de los pasajeros ocasionales: todos sabemos que si un compartimento de equipajes está cerrado, es porque ya esta lleno, pero ellos no lo saben y se empeñan en abrir el que está justo encima de su cabeza para meter si o si su maleta o su souvenir aparatoso porque no conciben la idea de que esté un poco más lejos. Tiene que estar en “su” compartimento y no dudan es sacudir y zarandear todo lo que hay en él para intentar introducir lo suyo, hasta que lógicamente otro pasajero les llama la atención porque es su maleta la que recibe las sacudidas. Y no digamos los que portan trastos inútiles como el sombrero mejicano, que es un incordio tridimensional: no cabe ni a lo alto, ni a lo ancho ni a lo grueso. Todas estas actitudes generan momentos de tensión que las azafatas tienen que solucionar.
Unas pobres azafatas que siempre tienen que sonreír a pesar de tener que aguantar un viaje si y otro también las mismas estupideces, como que siempre haya quien les reclama un licor o bebida que no está en el carrito y que ellas no tienen a pesar de que “en otro viaje sí lo tenían”, el que protesta porque la comida es pobre o la pesadita, también habitual, que llama varias veces porque tiene frío o calor y no hay manera de dar con la temperatura adecuada para ella.
No hay que olvidar a los memos que aplauden cuando el avión aterriza, probablemente han ido con el culo apretado todo el viaje, pero no son los únicos. Tengo un amigo que pasa tanto miedo en el avión que un día en un simple puente aéreo tuvo el periódico del revés más de veinte minutos, sin darse cuenta de que no estaba leyendo nada. En un vuelo yo tenía detrás a dos mujeres hindús tan muertas de miedo que estaban orando en voz alta. Cuando vi que la cosa iba para largo emergí por encima del respaldo y con mirada asesina me llevé el dedo a la boca. Comprendieron y siguieron rezando en voz baja.
También están los que roncan (quizás yo sea uno de ellos alguna vez) pero el caso más cómico fue la de un individuo que soltaba tales bramidos que poco a poco fue convirtiéndose en motivo de risas, especialmente por los esfuerzos de sus compañeros para que se callara. Poco a poco todo el mundo fue tomando parte con los susurros y silbidos típicos con que se intenta acallar al que ronca y aquello nos fue haciendo reír de forma tan contagiosa a todos que cuando el hombre se despertó estaba todo el pasaje muriéndose de risa.
También puedo comentar el caso contrario, el del comandante cretino que a las doce de la noche y con todo el mundo durmiendo encendió el altavoz para contarnos que estábamos sobrevolando Marsella y que ya habíamos dejado atrás no se que ciudad. Ni que decir tiene que todo el mundo se acordó de sus muertos y más de uno levantó la voz para quejarse, yo entre ellos. ¿Qué compañía era? Efectivamente, lo habéis adivinado: British Airways, solo a un inglés se le puede ocurrir despertar a todo el pasaje para contarnos naderías.
También los ejecutivos agresivos acostumbraban a ser unos impertinentes cuando aparecieron los primeros teléfonos móviles, ya que apenas el avión tocaba tierra lo encendían y comunicaban a voces que ya habían llegado, como si eso fuera tan importante. Pero lo importante para ellos no era comunicar su llegada, sino presumir de móvil. Ahora, con la proliferación de los mismos, esto ya ha pasado de moda o como esto lo hacemos todos, ya no nos sorprende. Lo que no deja de sorprenderme es la actitud de algunos viajeros, para los que el volar en avión forma parte de una aventura. Sin duda tienen derecho a que sea así, simplemente a los que somos habituales los vuelos nos resulta lo peor de ir a las carreras y no os quepa duda, el viaje en avión acostumbra a ser lo peor de cualquier viaje.
Fotos: La 1ª, el Autódromo de Terramar visto al despegar de Barcelona
2ª: El avión que nos llevó a Shanghai en 2010.
3ª: Este aeropuerto se ve al sobrevolar Marsella, pero no se exactamente cual es.
4ª: La nueva terminal de Garwick.
Hola Carlos!
Soy Manuel Solano y te hago saber que has realizado, en mi opinión, un artículo formidable. Hoy más que nunca, Larra en un avión.
Yo no soy mucho de aviones, aunque sí he viajado en barco.
Un saludo y gracias por estar ahí, escribiendo en agosto.
Muchas gracias Manuel, si que me ha quedado un artículo un tanto costumbrista, pero de ahí a compararme con Larra…
Totalmente de acuerdo Carlos. Ahora ya apenas viajo y soy un turista convencional, pero hubo una época durante varios años en que me tocó viajar bastante y suscribo todo lo que dices al pie de la letra. Sólo agregaría al estío la época de los viajes de estudios en primavera, con adolescentes con las hormonas saliéndoles por las orejas.
Veo que no tocas el tema de los retrasos aéreos, o los hoteles y demás alojamientos, o los taxistas, o buscar sitios para comer…. Mi norma básica era viajar siempre con almax a mano :-). Viajar solo también acaba haciéndose muy cansado, la verdad.
Buen artículo.
Gracias. Sí, se han quedado unos cuantos modelos en el tintero, pero no quería alargarme demasiado.
No estoy de acuerdo.
La causa de esa sensación es la misma que la mayoría de los europeos ante la Nascar.
El desconocimiento y el que no le encuentran interés y/o emoción a algo de lo que no conocen ni el reglamento.
Cuando viajo en avión, conozco las particularidades del modelo, sus ruidos, sus prestaciones, las Sid que puede realizar, las aerovías, los puntos de viraje y las Star.
Levantar en LEMD a las dos, azotando las térmicas como un caballo desbocado, cruzar la capa de inversión, y entrar en el frio paraíso de la atmosfera calma.
Ir leyendo desde la ventanilla por que sitios estas pasando. O disfrutando del incomparable paisaje cambiante de las diferentes capas de nubes, y entender o suponer de lo que significa cada una.
Por ejemplo, hacer un MIA-PAM entre cumulonimbos brutales que superaban de largo el FL280 en el que íbamos.
Es emocionante llegar a Heatrow o Gatwich y ver como encadenan hipódromos de espera, y ves como va cambiando de nivel con aviones por arriba o debajo.
Hacer una aproximación a pares, un 747-400 y un MD11. Y tocar ambos casi a la vez.
Aterrizar en CAT II con el ojete apretado. O en un día normal, saber que se esta haciendo una aprox visual, escuchando los motores, sintiendo los cambios de empuje y puntuando interiormente al segundo que esta haciendo sus primeras cientos de horas.
Carretear junto a un A380, y ver el trabajo del follow me, del camión de arrastre, de tantos y tantos detalles que son diferentes en cada vuelo.
Y porque no funciona el gps, sino seria perfecto.
Si piensas que volar es lo peor del viaje… te sugiero q le pongas un poquito de estudio y atención, y puede convertirse en algo mucho mas divertido.
En un viaje a Méjico, la persona q iba a mi lado iba aterrorizada. Para ayudarla le contaba cada ruido, cada movimiento q iba a pasar y, al llegar a crucero, me confeso que le había ayudado mucho.
¡Caramba! ya me gustaría viajar contigo alguna vez, pero de todas formas he citado a Raimón Durán que también es un experto en vuelos y me enseñó algunas cosas. El problema es que las que ya se, repetidas una y otra vez acaban no siendo interesantes, al menos para mi. Y además al leer tu opinión me doy cuenta de una cosa, yo he escrito y criticado mayoritariamente al pasaje de los aviones, no a la aviones o a la aeronáutica en sí, en la que veo que eres un experto.
Saludos…eso de viajar en avion o en autobus es algo pesado. Nunca sabes con quien iras ni como se comportara. No he tenido el gusto de hacer viajes tan largos que amerite usar un avion, pero el autobus si que es a veces parecido, o en todo caso peor por lo estrecho. Espero que al menos las peliculas sean agradables o el libro ayude un poco a llevar estas situaciones que son parte de tu bitacora de carreras.
Por cierto que lo del sombrero de charro -mexicano- hoy dia solo para la foto en sepia. Quien lo compre debe pagar doble pasaje o arriesgarse a que se maltrate. Me recordo una persona que conoci en Guadalaja, Mex y que vive en Cancun. Compro un traje de charro para niño que andaba presumiendo, al igual que 8 cajas de recuerdos para familiares, te imaginaras el lio para la aerolinea…Ademas estos son como esos jarrones chinos que te dicen son finos y presumen solo un rato, pero en realidad son lo contrario….
¡ja, ja, los jarrones chinos! He puesto el sombrero mexicano porque acá en Barcelona es muy típico que lo compren y se venden mucho, aunque no se porqué, supongo que es una demostración de ignorancia, no saben que Mexico es una cosa y España otra.
Buenas Carlos,
Totalmente de acuerdo en todo. En el tema del equipaje de mano, me pasó exactamente lo mismo con Vueling, tengo una maleta que llevo siempre como equipaje de mano y volviendo de Casablanca, me dijeron que no cumplía los 20 cm de ancho (que es imposible de cumplir y una medida ridícula) y tuve que ir a facturar a la otra punta del aeropuerto a un mostrador donde no hablaban inglés (una odisea). Yo lo que haría es, por ley, establecer un stándard de maleta y dejarse de diferencia de criterios entre compañías. Eso sí, no dejar pasar nada más para que la gente no abuse. Otras veces, volviendo de Marruecos en la Royal Air Maroc es exagerado la cantidad de cosas que subía la gente como equipaje de mano, total que con medio pasaje ya estaban llenos los compartimentos y se liaban unas trifulcas entre pasajeros y azafatas, de forma que el avión tardaban como media hora en despegar hasta que estaba todo solucionado.
Otro aspecto que añadiría, es el típico que se sienta a tu lado e invade tu espacio con brazos, abriendo piernas o incluso se duerme en tu hombro si te descuidas. Hay un mínimo de urbanidad que mucha gente no tiene claro todavía.
Relacionado con los móviles, me acuerdo al inicio de cuando se empezaron a vender (finales de los 90),que no eran muy habituales y eran como la novedad, en un puente aéreo a Madrid, un señor trajeado, con pinta de ejecutivo, antes de despegar explicaba por el móvil en voz alta lo que había ganado en bolsa y hacía como si diera órdenes a alguien en plan «sobrao». Por la noche, en la vuelta hacia BCN, antes de despegar, escucho la misma voz y era el mismo hombre diciendo exactamente lo mismo que había dicho por la mañana por el móvil palabra por palabra. Total, que se levantó otro pasajero (que como yo supongo debía haber ido en el mismo vuelo por la mañana) y le dijo a voces «Tú eres un fantasma y un cantamañanas, no estás hablando con nadie por teléfono» y efectivamente, supongo que no hablaba con nadie, porque se puso rojo como un tomate de la vergüenza y no dijo nada.
Como anécdota, relacionado con los aviones, en mi anterior trabajo diseñé y calculé los «fingers» de varios aeropuertos del mundo.
Saludos
¡Ja, ja, muy bueno la del «compañero» invasor! Es verdad que a veces te toca gente así, lo peor es ir en el del medio, pero entonces solo queda tener paciencia.
Para mi el avion es el medio de transporte mas incomodo
Tienes que presentarte con minimo 2 horas de antelacion, debes hacer colas para facturar, para pasar los controles, para embarcar, para subir al avion, para dejar el equipaje de mano (hay te das cuentas de como han hecho otros para subir maletas mas grandes que la que yo llevo en la bodega, a no ser que sean amigos de alguien de la tripulacion, que me lo expliquen), para sentarte, para ir a mear, para bajarte del avion, para recoger el equipaje y alguna que se me olvidará.
Y para mi el colmo de la golfería de este medio de transporte es el overbooking, practica que sigo sin entender que sea legal. Yo no se si habeis conseguido viajar alguna vez en un avion casi vacio, yo como mucho con 2 o 3 plazas libres, debo tener mala suerte. Eso si, tampoco he sufrido el overbooking en mis propias carnes, pero en conocidos les han jodido pero bien en algunos casos
Esto en cuanto a hechos objetivos, lo que tu has descrito maese es mas sobre la gente, en ese aspecto ya entra mas la urbanidad y la educacion, pero si que es verdad que no se si por la suma de los otros factores, pero la gente es verdad que se aborrega; yo como mucho cuando voy con mis hijas que soy el tipico padre que las digo que miren tal nube, tal pueblo, tal carretera o tal pantano ya que en eso si que es un espectaculo unico que yo no me canso nunca de mirar.
Nada que objetar…
No he viajado tanto en avión como para tener una opinión formada sobre todo lo que dices, Carlos, pero estoy de acuerdo en que hay personas incívicas en cualquier situación. Y en el avión puede ser muy difícil de afrontar, especialmente con lo estrecho que es todo.
Aprovecho para preguntarte qué opinas acerca de las dos noticias de actualidad relacionadas con NASCAR, tanto del accidente de Ward y Stewart como de la rara victoria de Allmendinger.
Del accidente opino que es una fatalidad increíble, pero la actitud de Ward me parece absolutamente fuera de lugar. Irse al centro de la pista para amenazar al otro, por muy convencido que estuviera de tener razón, fue una temeridad y una estupidez que le costó la vida. En cuanto a la victoria de Allmendiger, me alegro por él, pero no tiene nada de extraño si tenemos en cuenta que el Glen y Sonoma son dos anti-carreras en el contexto NASCAR, ya que no son óvalos. No tienes más que mirar el palmarés de Ambrose para entender porqué siempre hay sorpresas en las dos carreras ruteras del campeonato.
Carlos,
te has dejado atras al típico que reclina el asiento tanto que no deja sitio para moverse y casi ni para respirar.
¿donde son las fotos?
Si, es un arquetipo más, el que se cree que viaja solo. Tienes razón con las fotos, he puesto las indicaciones al final del artículo, gracias por recordármelo.
La as clavado maese, no viajo mucho pero no puedo resistir el comentar dos anécdotas, la primera esa que comentas del piloto que dice algo para rellenar el espacio en blanco que pasa por su cerebro, hace un mes escasamente vuelo de París/Oporto salida 23:30 duración viaje aprox 01:45, pues bien en este caso no fue el piloto si no los «auxiliares de vuelo» primero luces encendidas todo el trayecto y luego la megafonia (consumió más energía que el avión) que si bocadillos, que si refrescos, que si lotería, que si rasca-rasca, por un momento pense que esta en una barraca de las fiestas del pueblo en vez de un avión, en resumidas cuentas no hubo forma de descansar 5 minutos, con esto quiero decir que la parte de civismo y educación tiene que ser reciproca ya que a mi entender uno de los objetivos de la compañía aérea es hacer un viaje tranquilo.
La otra anécdota es la de tu «espacio vital» (jajajaja) en una ocasión un Dakar/Las Palmas embarcaron dos mujeres de color que se sentaron en la fila de tres asientos pero que incomprensiblemente desapareció el del medio, menudo papel si llegas y ves tu asiento a desaparecido, desconozco que solución aportaron las azafatas.
Saludos
La primera anécdota es típica de Easyjet. También vendían el ticket del tren para ir del aeropuerto al centro de la ciudad, pero últimamente se han moderado en eso.
En cuanto a lo segundo, sean hombres o mujeres, en caso de obesidad es verdaderamente un problema, especialmente con estas aerolíneas en las que vas completamente encajonado.
Espero que no te ofenda que está sea una de mis entradas favoritas. No se exactamente por qué pero me ha encantado… Ayy los que aplauden que colleja tienen. Yendo a Estoril en febrero me tocaron 3 maricas de pueblo (espero que nadie se ofenda por el término) gritonas enunciando sus planes durante la hora que dura el vuelo a Lisboa. Grrrr
Por supuesto que no me ofende, al contrario. No todo han de ser carreras de coches.
¡Más razón que un santo oye!yo no viaje todo lo a menudo que me gustaría,pero 3/4 viajes a l año si que hago,y siempre pasa lo mismo,en todos los vuelos hay algún sujeto de los que hablas,pero en verano están todos!!!
En una semana voy con mis padres de viaje,a hacer de guía y traductora, y estoy sufriendo, han volado solo un par de veces en su vida,y creo,bueno,sé, que lo van a hacer TODO! Me tengo que armar de paciencia para no matarlos, son mis padres y los quiero,son mis padres y los quiero,son mis…
¡Ja, ja, ja, muy bueno Mireia! No había pensado en esta hipótesis, tener que ser el guía/acompañante de gente neófita. Nada, paciencia, seguro que te harán caso, eres su hija, seguro que te harán caso, eres su hija, seguro que harán caso…
Madre mia que se me saltan las lágrimas. Las risas que me he echado con el post.
Que voy a decir, la primera vez que volé tenía 24 años, Bilbao-Barcelona. Desde entonces hice unos cuantos vuelos (la mayoría en ese trayecto y algunos por Europa), pero recuerdo el primero por ser el primero y porque…iba cagado. Por mas que conozco las cuatro leyes físicas que hacen que un avión vuele…aunque no tengo miedo, nunca voy tranquilo del todo (ritual de mirar tres o cuatro veces si he apagado el movil, etc).
Eso sí, agradezco a la chica que llevaba al lado que, cuando empezaron las turbulencias, me tranquilizó con un «mientras no veas nerviosas a las azafatas, tu tranquilo».
Ja, ja, buena observación. La tendré en cuenta, estar atento a la chica de al lado ¡ay no! atento a las azafatas quería decir.
De acuerdo al 100% con las reflexiones.
Que pesado es volar, tendremos que buscar el modo de teletransportarnos y asi evitar carreras de ultima hora, controles pesados, vecinos de viaje insufribles y un largo etc de cosas 😉
¡Todo llegará!