¡Viva México!

Me vais a perdonar que esta vez tire de tópico para encabezar un artículo, pero creo que el sentimiento que nos ha quedado a todos tras el Gran Premio es este, el unirnos al grito unánime de los mexicanos para celebrar el retorno de la Fórmula 1 a su país.

Un retorno basado en dos pilares, el circuito y la organización, a la que se sumó de manera inesperada una apasionada y apasionante afición.

Si empezamos por el circuito, era evidente que tras 23 años de parón el viejo Hermanos Rodríguez solo podía ser un recuerdo, pero el nuevo trazado resultó un tanto decepcionante. Al principio me pareció un circuito con trampas y exigencias, pero la ausencia de curvas rápidas y unas curvas sinuosas demasiado cerradas nos dejaron un trazado mas o menos en la línea de lo actual, soso y con poco espacio para que el piloto marque la diferencia.

Además sin La Peraltada pierde el punto fuerte que mas lo distinguía en el pasado, ese lugar donde se podía llamar a la gloria o al drama como certificaron en su día Nigel Mansell o Ayrton Senna. Hay que decir que la supresión de esa curva no fue culpa de Herman Tilke, ya la habían matado anteriormente, pero al igual que el resto del circuito, ya se encargó el alemán de dulcificarlo todo lo suficiente para que no nos olvidemos de quien estaba detrás de los nuevos diseños.

Sin embargo la supresión de la Peraltada permitió la creación de ese “Foro Sol” que en poco tiempo se convertirá en un lugar mítico, que estuvo lleno de un público entusiasta, desbordante, apasionado, al que la organización premió con la gran idea de colocar allí el podium para que pudieran vitorear a los vencedores.

Un público que no se cansó de animar a todo y a todos, que coreó el nombre de Rosberg dando una lección de deportividad a esos que se dedican a silbar a los ganadores, que ni se movía ni tenía prisa por marchar una vez acabada la carrera porque querían seguir disfrutando de la experiencia. Un público mayoritariamente joven, deseoso ver la Fórmula 1 y aunque ésta ahora no sea un gran espectáculo, a ellos les dio igual. Para espectáculo el suyo, mucho mas bonito el que había fuera de la pista que el que había dentro, ¡que diferencia con Rusia el año pasado!

Pero además también debió ser una fiesta tremendamente emotiva para los que ya no son tan jóvenes. Delante del televisor no pude dejar de pensar en nuestro amigo Alberto Navarro Llamas, que estuvo presente en el GP de 1966 y que tiene esa parrilla firmada por todos los participantes de aquella edición que podéis ver más abajo; o en sus colegas de la “Scuderia Hermanos Rodríguez”, que encabezados por el gran Carlos Jalife llevan décadas defendiendo el legado y el recuerdo de los Hermanos; o nuestro querido Andrés, omnipresente en este blog, quien por una vez no debió tener que madrugar o trasnochar para ver un Gran Premio y además para ver “su” Gran Premio; todos ellos debieron emocionarse al volver a ver y oír a los Fórmula 1 en casa; y cuando oí a Josep Lluís Merlos contar retazos de la vida y tragedia de los hermanos Rodríguez se me hinchó el corazón antes de que una punzada de emoción me embargara cuando me citó como parte de sus fuentes de información porque ya sabéis que Pedro siempre ha sido uno de los pilotos preferentes en mi lista de héroes.

Y al igual que Alberto, que Andrés, que Carlos, otros cientos, miles de mexicanos se motivaron, se exaltaron con su carrera, con el retorno del Gran Premio a México. Los jóvenes por colmar sus ansias, los veteranos para poner fin a tantos años de injusta espera. Fernando Alonso pidió para ellos el premio a la mejor organización que sin duda este año nadie va a cuestionar cuando se la den y vimos al asturiano hacer el inmenso gesto de tomar la salida por respeto a todo ese público que merecía este y mil gestos mas como este.

Porque toda esa gente le demostró a Ecclestone y compañía el camino a seguir, lo que hay que hacer y a donde hay que ir. Basta ya de eriales y desiertos, la Fórmula 1 tiene que ir allá donde se la quiere y si hemos vuelto a México hemos de volver a Argentina, a Sudáfrica, a Portugal, Holanda, Francia, lugares de donde nunca debimos marchar.

No recuerdo haber vivido nunca una explosión de júbilo y de patriotismo tan exultante como el de este fin de semana, ni tan siquiera en los mejores años de la torcida brasileña ante los éxitos de Senna. El público le puso tal pasión y fervor que nos dejaron a todos boquiabiertos y convencidos de que ellos fueron lo mejor del Gran Premio y probablemente han sido lo mejor que hemos vivido esta temporada.

Por esto, aunque sea un tópico, me apetece repetirlo y decirles a todos ellos, gracias y sobre todo ¡viva México!