Audi 90 quattro IMSA – GTO

Un par de veces, camino de la carrera de Norisring, he hecho un rodeo para ir a la central de Audi en Ingolstad. Es un lugar bonito y agradable donde parar a tomar un café, pero también tiene un lugar obligado a visitar: el museo.

No es que sea de los mejores del mundo, pero sí se pueden ver algunos modelos extraordinarios. En esta ocasión traigo aquí el Audi 90 quattro IMSA – GTO.

Este coche fue una de las muchas derivaciones que partiendo del Audi quattro original de Rallyes permitió a la marca expandirse en varios campeonatos. Algunos de ellos fueron en Estados Unidos como el TRANS-AM o el IMSA GTO, que eran los más adecuados para estos modelos “reconvertidos” a la modalidad de circuito.

En realidad este Audi 90 quattro ya era un derivado del que ganó la Pikes Peak y del que participó en la TRANS-AM del año anterior. Su vida deportiva fue breve porque en 1990 no siguieron en este campeonato, centrando sus esfuerzos en el más moderado DTM de la época.

El Audi 90 quattro IMSA-GTO no ganó el campeonato porque empezaron en la tercera prueba al renunciar a las dos primeras, Daytona y Sebring, por considerar que eran de resistencia mientras el resto del campeonato era un mixto de velocidad-resistencia. Había pruebas al “sprint” como en Miami (45’) de resistencia media como las 2 horas de Topeka o los 500 km de Watkins Glen. Tampoco hay que obviar que en dos carreras fueron excluidos, pero eso ya forma parte de los avatares de la propia competición.

En estas condiciones a pesar de las siete victorias de Hans Stuck Jr. el campeonato se les escapó, ya que Pete Halsmer (203 puntos) y Wally Dallenbach (201), ambos con Ford Mercury Cougar XR-7 les superaron. Stuck fue tercero y Hurley Haywood cuarto, mientras Audi quedó segunda entre las marcas. Ocasionalmente Walter Rohrl y el canadiense Scott Goodyear compartieron el volante con los dos pilotos titulares.

El motor era un cinco cilindros en línea turboalimentado, de 2190 cm3, con cuatro válvulas por cilindro, capaz de dar 720 CV. a 7.500 rpm y de sobrepasar los 300 km/h. El cambio era manual de seis velocidades, pesaba 1206 kg. y por supuesto era tracción quattro, el gran distintivo que lanzó a la marca a una serie de éxitos y de popularidad que aún hoy en día se mantienen.

El chasis era tubular y la carrocería, en kevlar, con un generoso alerón trasero y unos largos pasos de rueda que obligaron a utilizar esos espectaculares tapacubos (de color blanco) para asegurar la correcta refrigeración de los frenos.

El coche que aparece en las fotografías está, como ya he dicho, en Ingolstad, no en un sitio especialmente preferente pero si lo suficiente como para poder admirarlo junto a otras joyas como el Audi quattro de Rallyes, el del DTM o los ya más exóticos Auto Unión Type C o D, el cazarecords (es un réplica) o alguno de los vencedores de Le Mans.

Por supuesto todos ellos están en lo que podríamos llamar planta de competición, en las otras plantas del museo están los vehículos que conforman la historia de las cuatro marcas que fueron la génesis de Auto Unión. Una de las particularidades del museo es que tiene una especie de montacargas  gigante completamente abierto por donde van rotando diversos vehículos que pueden verse tanto desde dentro del museo como desde el exterior.