Gabriela había preparado todos los trámites y papeles necesarios para el doble viaje del personal a Canadá-USA, que incluía una lista de diversas cosas que tenía que hacer, pero que necesitaban el visto bueno como mínimo del Secretario porque incluían gastos.
Como era habitual en los viajes largos, todo el personal, incluidos los pilotos, se encontraron en Maranello para desplazarse juntos hasta el aeropuerto de Milán.
Al ser un viaje largo, a América y con quince días entre una carrera y la siguiente, la expedición era relativamente corta y la habitual en todos los equipos en circunstancias similares. Iban el Team Manager, los dos pilotos, dos ingenieros, dos mecánicos para cada uno de los tres coches, un encargado de neumáticos y repuestos y a lo sumo uno más para ayudar, especialmente en cuestiones de traslado y transportes. No más de trece o catorce personas eran suficientes en los grandes equipos. Los pequeños, se apañaban con menos.
Una vez llegados a la Terminal y como siempre sucedía, la presencia del equipo Ferrari despertaba gran curiosidad y expectación en los mostradores de facturación, en unos tiempos en que aún no existían las salas VIP y donde los equipos viajaban a las carreras en las mismas condiciones que todo el mundo: haciendo cola en los mostradores de facturación y viajando en clase turista. El equipo se puso justo detrás de una muchacha rubia de gran belleza que rápidamente fue objeto de las miradas y exámenes de todo el grupo. Nadie podía ponerle ni un solo “pero” y todos suspiraron y especularon con la idea de tenerla sentada a su lado durante el largo trayecto en avión.
Pero claro, en el grupo estaba Clay y al suizo le bastaron los minutos de espera antes de llegar al mostrador para entablar conversación con ella y desmarcarse por completo del resto de la expedición. Con toda la naturalidad del mundo y como si fueran una pareja “de toda la vida” se dirigieron al mostrador para elegir plazas contiguas dentro del avión y además en el fondo de la cabina, sin duda buscando estar alejados del mundanal ruido.
Desde el momento del embarque toda la expedición italiana estuvo pendiente de lo que pasaba en el parte trasera de la aeronave, ya que el reciente estreno de la película “Emmanuelle”, en la cual la protagonista se lo hacía con un amante furtivo en el lavabo de un avión, desató todas las especulaciones posibles sobre las opciones de que algo similar pudiera ocurrir en aquel vuelo.
Sin embargo sus expectativas quedaron defraudadas ya que durante varias horas todo se mantuvo en calma y la mayoría pensaron que esta vez el Imparable había pinchado hueso. Sin embargo cuando faltaba relativamente poco para llegar a destino, el propio Clay se levantó para hablar con Giancarlo Piccinini, fotógrafo que viajaba con el equipo, para decirle que estuviera preparado porque algo iba pasar. El fotógrafo no se hizo de rogar y sigilosamente preparó una máquina a la espera de acontecimientos, pero también aprovechó para alertar a quienes estaban cerca sobre la naturaleza del mensaje recibido.
Dicho mensaje corrió como la pólvora y pasados unos minutos todos los que estaban enterados y expectantes pudieron ver como el suizo se levantaba calmosamente de su asiento, abría el compartimento para equipajes, bajaba su bolsa y de ella extraía su casco. Se lo dio a la chica y ésta desapareció en el lavabo… ¡para aparecer poco después con el casco puesto como única prenda y marcarse un “streaking” de ida y vuelta por el pasillo del avión completamente desnuda!
Los integrantes del equipo vitorearon el espectáculo, algunas damas gritaron ofendidísimas, los caballeros se levantaron para dar crédito a sus ojos e intentar no perder detalle, las azafatas quedaron absolutamente desconcertadas y la sobrecargo entró en la cabina de vuelo presa del pánico. Cuando consiguió hilvanar sus confusas explicaciones, el Comandante meditó unos segundos y ante el temor de un escándalo a bordo encendió la luz de “abróchense los cinturones” y a través del altavoz ordenó taxativamente a todo el pasaje que se mantuviera en su asiento porque iban a iniciar las maniobras de aterrizaje.
La capacidad de persuasión de Clay había batido sus propios records con aquel episodio. Como pensaba el Commendatore, menos mal que había testigos porque de lo contrario sus hazañas no serían creíbles, pero aquella lo era y mucho: las fotos de Piccinini (nada que ver con Marco) fueron publicadas en la edición italiana de la revista Playboy.
Magnifico Clay! Qué fenómeno! Vaya manera de «comerle la oreja» a las féminas.
La situación por el pasillo del avión tuvo que ser de película de Esteso y Pajares.
Efectivamente, una pena lo de las fotos, Carlos.
Pole, como la de hoy en Jerez de nuestro Pedro, espero,
Y eso que busqué a ver si por aquello de que «todo está en Internet» encontraba algo, pero no.
Pole para ti, pero para Pedro parece difícil. Acaba de romperse el coche.
No me lo puedo creer… jaja. Estas historias me las creo porque nos las cuenta el Sr Catellà que si no…!!!.
¡Ja, ja! yo no tengo tanta imaginación como para inventarme historias así. Las tres de Rega son rigurosamente ciertas.
Lo de Pedro de la Rosa es para otra entrada de tu blog. Con lo que le apreciamos, mira que se encarga de darnos y darnos disgustos ¿eh? (ya, ya sé que no es culpa suya pero vaya trayectoria que tiene el pobre).
Y lo de Clay… ¡puf! quizá hubiera sido más propio ponerle de mote «el feromonas» o «mandril» como el superheroe. Pedazo de trípode peligroso. ¡Qué tío!
Un saludo, Maese, que es un placer leerte.
ABB
Y lo discreto que era, todo esto lo he sabido muchos años después de que ocurriera.
Un capo el tipo! La convenció a la mina de correr en bolas por el avión y con el casco puesto?
Empiezo a sospechar que lo del accidente del Ensign pudo haber sido en realidad un atentado…
Bromas aparte, estas anécdotas hacen que me den ganas de tirar todo el maldito profesionalismo de la F1 a la basura. Qué bueno que estés para contarnos.
No, lo del accidente fue porque el pedal de freno estaba hecho en titanio y no habían probado su resistencia. No dio el menor síntoma hasta que se rompió aquel día. Desde entonces el titanio estuvo muchos años sin ser utilizado en F.1.
JAJAJAJAJAJA! Menuda forma de «disculparse» de Rega con Valerio y parte del equipo…. así aunque la liase otra vez ya tenía una compensación XD…. una entrada perfecta ♦♦ para un viernes 😉
Ja, ja! pues lo del viernes no ha sido premeditado.
«Iban el Team Manager, los dos pilotos, dos ingenieros, dos mecánicos para cada uno de los tres coches, un encargado de neumáticos y repuestos y a lo sumo uno más para ayudar, especialmente en cuestiones de traslado y transportes. No más de trece o catorce personas eran suficientes en los grandes equipos. Los pequeños, se apañaban con menos.» ¡Y pensar que ahora se requieren esa cantidad de personas solo para trasladar al equipo, no a América, sino a cualquier parte de Europa!
Que historia la verdad, no me lo esperaba…. Habra que buscar esa foto porque eso si no me lo creo….
Ahora que me acuerdo, una vez vi una foto de Fittipaldi en su auto antes de una carrera, y a su lado una chica vestida igual que la rubia de la historia, pero con gorra no casco. No se si era la moda, el glamour, la época, los pilotos (James Hunt dicen hacia lo mismo) pero al parecer había material para las revistas.
Saludos y esperamos el final de esta historia.
Verás Andrés, esa historia la cuenta Gozzi en sus memorias, así que supongo que es verdadera. En cuanto a lo de una chica en la parrilla así, fue con Nelson Piquet, no con Emerson (a no ser que fuera otra, pero por la manera de ser de uno y otro «casa» más con el primero).
Tendré que ver la foto de nuevo (eso no me esperaba tampoco de Piquet!)….espero al final para ver que paso, aunque ya me imagino como acabo todo eso. Saludos
Realmente Clay era un personaje de aquellos….
Por más que trato de imaginar para donde va la historia, siempre le das un giro que no espero, gracias por lo escrito!!!!
Si, Clay me ha sorprendido con el paso de los años, en su época no daba la menor imagen de esto, si bien es cierto que entonces sabíamos muchas menos cosas que ahora.
Yo es que a Clay no le acabo de ver , ademas en esta anecdota no se que ganaban tanto el como ella.
Yo tampoco, pero esta es una cuestión que va más allá: ¿que ganan los que hacen streaking? ¿que sacan los que lo hacen en un partido de fútbol? ¿que gana aquel cretino que siempre saltaba en los grandes acontecimientos con una barretina catalana?
Probablemente romper las reglas aunque sea haciendo una inutilidad.
Pero esta anécdota es cierta, no tengo dudas al respecto.
Creo que estamos rozando el género de la «noveladecarreraserotica», 🙂
Carlos hay un libro que se llama «50 sombras de Grey»… creo que deberías leerlo! 🙂 Jajajajaja
Es broma! Genial anécdota, como toda la serie para enmarcar. Sinceramente me da que la bella señorita debía dedicarse ya al «mundo de la escena» (por decirlo así) y Clay «aprovechó» la coyuntura, jeje. Eso sí, habría que saber cuánto dinero le ofreció… yo por una generosa cantidad lo hago sin casco! Jajaja!
UN SALUDO
P.D. Lo de «generosa cantidad» es ahora, mi caché ha subido. 🙂
Hasta donde yo se no hubo nada económico y ella era una estudiante sudafricana. Cuando esta anécdota ocurrió fue cuando se inició la moda del «streaking», así que imagino que fue solamente el desafío de hacerlo.
Yo tambien me creo mas este suceso como alago amañado de antemano.
Creo que empiezo a entender como lo hacía el Regazzoni.
Los normales tenemos que intentarlo 20 veces para contar 1, el altísimo porcentaje de «aciertos» del «Ragazzo» significa un olfato especial para elegir a sus «victimas», de otra manera no se entiende.
Seguro que tambien era bueno en los negocios ¿no?
En los negocios no lo se y como ya he puesto en otras respuestas, lo de Regazzoni me sorprendió cada vez que encontré alguna de estas anécdotas, porque era mucho más discreto que James Hunt, por poner un ejemplo.
Ya estas contratado para mi próxima TELENOVELA… creo q aunque empiece la F1, tendrás q continuar con esta serie…
Salu2 desde México
¡Ja, ja! Vale, como guionista…
Jajajajajajajajaja….que buena !!!!!
Mira que tengo oído anécdotas sobre deportistas, pero esta de Clay es la «repera»!!! Jajajaja…
Has conseguido que me eche unas buenas risas. Sencillamente espectacular.
Lo que no cabe duda es que con Clay en el equipo no había lugar para el aburrimiento.
No me quiero imaginar la cantidad de anécdotas que ha generado este Clay y que nunca llegaremos a saber…en el fondo era un niño grande muy travieso, jajajajaja….
P.d : La foto de la parrilla en Canadá con toda esa gente en las gradas y esa línea con los 2 Ferraris es chulísima.
Leyendo esta parte del relato me viene a la mente una foto de la revista Corsa, en el ’77 o ’78 donde se observa un pequeño grupo de pilotos sonrientes ante un Clay que baila con una señorita. Clay solo tenía puestos su calzoncillo, medias, zapatos y fumaba un habano… Ahora con todo esta historia, parecería que para Rega era simplemente lo cotidiano.
Saludos desde Tierra del Fuego!