La imagen del Marussia de Jules Bianchi descendiendo por la cuesta del circuito de Nurburgring ha sido sin duda una de las imágenes del año. Iba a escribir “imagen cómica” pero no lo he hecho por el tremendo peligro que implicó aquella acción.
Fue una imagen inusual, pero claro, no es la primera vez que pasa lo de dejar un coche sin freno y que siga su camino sin su piloto. A Chris Amon le ocurrió algo parecido hace muchos años en Le Mans.
Amon fue un piloto que siempre tuvo fama de desafortunado, al menos en Fórmula 1. Pese a que corrió 96 GP, donde consiguió 5 poles y dio 187 vueltas como líder, nunca consiguió la victoria. Incluso Mario Andretti llegó a decir de él que “Chris tiene tanta mala suerte que si se hiciera enterrador la gente dejaría de morirse”.
Sin embargo en Sport Prototipos consiguió sus mayores éxitos y ganó carreras del calibre de las 24 Horas de Daytona, los 1000 km. de Monza e incluso las 24 Horas de Le Mans. Esta última lo hizo en compañía de su compatriota Bruce McLaren para Ford en 1966 (foto inferior) y a raíz de ella fue llamado por Enzo Ferrari para formar parte del equipo italiano, tanto en Sport como en F1.
Precisamente en las 24 Horas de Le Mans de 1967, a bordo de un Ferrari Sport (foto de apertura), estaba rodando detrás de los imbatibles Ford cuando por la noche sufrió un pinchazo en una rueda trasera. Con su tradicional mala suerte, el pinchazo ocurrió justo después de pasados los boxes, por lo que Chris tuvo que aprestarse a dar toda la vuelta a ritmo lento.
Al llegar a la recta de les Hunadieres procuró ir despacio pero no demasiado, para no ser embestido por otro participante, ya que hace cuarenta años las condiciones de seguridad y visibilidad eran mucho más precarias que ahora y la recta no tenía chicanes. A la vista de las chispas que veía por el retrovisor, ya que la llanta ya iba tocando el suelo, Amon comprendió que no podía seguir, así que optó por detenerse a un lado.
En aquellos años el reglamento estipulaba que los coches sólo podían ser reparados fuera de los boxes por los pilotos y con los materiales que llevaran a bordo, por lo que era tradicional que todos equiparan algunas piezas de repuesto para situaciones como aquella, ya que la fiabilidad eran mucho más precaria que en nuestros días. Y era obligatorio llevar, entre otras cosas, una rueda de repuesto así como los utensilios necesarios para cambiarla.
Por ello Amon se detuvo para intentar cambiar la rueda. Lo primero que hizo fue coger la linterna, pero se llevó la desagradable sorpresa de que la pila estaba agotada y que por tanto no le servía para nada. Probablemente llevaba allí desde tiempo inmemorial y nadie se había cuidado de verificarla. Así que más o menos a oscuras y amparándose en las luces de los coches que pasaban a toda velocidad, inició la operación. Cogió el martillito para aflojar la “palomita” (nombre de las tuercas con alas que se usaban en la época) y al primer golpe el cabezal saltó por los aires separándose del mango. Chris no podía creer lo que le estaba pasando. A tientas y gateando por el suelo estuvo unos minutos buscando el dichoso cabezal sin encontrarlo, hasta convencerse de que debía haber ido a parar al asfalto. Con los demás participantes pasando a trescientos por hora, ni se planteó la opción de tantear en la pista, así que entendió que lo de cambiar la rueda no podía ser y debía volver a intentar llegar a los boxes.
Mientras, en el “stand” de Ferrari empezaba a reinar la preocupación, pues el coche no pasaba y nadie tenía noticias de donde estaba (los medios de los puestos de control eran mucho más precarios en aquellos años). Amon volvió a subirse al coche, lo puso en marcha y con el corazón en un puño aceleró, volviendo a la pista echando chispas por la llanta que tocaba al suelo. Al llegar a lo alto del pequeño rasante de la recta oyó una pequeña explosión y pudo ver que algo empezaba a arder en la parte trasera. Probablemente alguna canalización se había roto y las chispas habían encendido algún líquido.
Amon no se lo pensó dos veces, detuvo el coche cuanto antes y saltó raudo para ponerse a salvo. A pesar de que lo hizo todo en un momento, había coronado ya el rasante y cuando el piloto lo abandonó, el coche siguió su camino bajando por la pendiente él solito y en llamas. Cuando los comisarios del puesto de Mulsanne, que entonces era un ángulo mucho más cerrado que ahora, lo vieron llegar, se abalanzaron sobre él para detenerlo, apagar el fuego y rescatar al piloto. Su sorpresa fue mayúscula cuando al abrir la portezuela se encontraron con que no había nadie y cuando ya iban a activar todas las alarmas vieron llegar al jadeante piloto que decidió ir tras el coche aunque a prudente distancia por si el depósito de gasolina estallaba. Con todo en orden, los comisarios avisaron a Dirección de carrera por teléfono y ésta al box de Ferrari, anunciando el irremediable abandono del equipo Amon-Vacarella.
Que anecdota mas buena, menos mal que llegó detras del coche. Si del cabreo que debía tener se queda en el sitio y que le den al coche, a saber que hubieran reportado los comisarios
En aquella época los comisarios no reportaban casi nada. Era todo mucho más simple y además tampoco podía quedarse en medio del bosque, a algún sitio tenía que ir.
Vaya suerte la de Amon, ojalá se hubiese hecho enterrador. 🙂
¿El Ferrari de la foto no es un P4?
Como me gustan estas historias de Le Mans.
Un saludo, Carlos.
Si es un P4 y la foto no es de Le Mans, pero si de 1967.
Qué buena anécdota Carlos! Es genial tener estos recuerdos. La verdad que en esa época pasaba de todo y los pilotos tenían que resolver millones de cosas. Quién se puede imaginar a alguno de estos supermillonarios de hoy tratando de agarrar una herramienta!!, jejejejejeje.
Si es verdad… cuando hacen vídeos promocionales y cogen las pistolas dd cambiar ruedas ponen cara de no saber que hacer. Como ha cambiado todo esto.
Que historia…esta de no creerse tantas cosas, parece guion de comedia. La verdad es que me imagino que cuando el personal en el box de Ferrari se entero, les paso lo mismo que en los tebeos de Condorito se fueron para atras!!!
Entonces las cosas eran así, mucho más manuales, sin radios, sin cientos de mecánicos, sin circuitos cerrados de televisión… ¡y nadie reviso la linterna o el martillo!
solo a el le pasaban esas cosas??…luego ha de haberla contado en las fiestas para reirse un rato
¡Gran anécdota Carlos! Se me ponen los pelos como escarpias al imaginar al pobre Amon intentando cambiar la rueda a oscuras mientras pasaban al lado coches a 350 km/h. Resulta que con esta historia se me ha resuelto una duda que tenía desde hacía tiempo, y es que cuando veía un Ferrari 330 P4 o un Porsche 917 no encontraba sentido a que llevaran rueda de repuesto, ¡y vaya si lo tenía!
Pues si… en una ocasión en Daytona un 917 tuvo un accidente y una de las cosas que se rompió fue el soporte de la rueda de repuesto. Como no podían arreglarlo, la pusieron la rueda dentro del cockpit, junto al piloto.
Buenísima historia!
Gracias Eduardo.
Muy buena la anécdota. La verdad es que sabiendo estas historias es casi imposible no creer en la mala suerte de algunos. Aunque en este caso parece que o había algún chapucero en Ferrari o alguien debía haber dormido mejor antes de ponerse a trabajar.
Gracias por esta divertida aunque también peligrosa historia.
No eran chapuceros. Es que entonces las cosas eran muy diferentes.Los mismos mecánicos servían para Sport y para Fórmula 1, apenas llegaban a fábrica para dejar unos coches y se iban con los otros. No te cuento como eran los transportes y la manera de viajar, vivir y comer. No tenían tiempo para las pilas de la linterna y si el martillo estaba ahí pues asunto concluido.
Eso supongo que da una gran idea de que por muy buena que sea la gente en lo que hace, si la ponen al límite puede pasar desapercibidas cosas en apariencia elementales. Aunque también puede tener cualquiera un mal día.
Antes de leer esto estaba convencido de que el trono de la mala suerte racing se lo disputaban entre dos conocidisimos pilotos españoles pero es que lo de Chris Amon ya es el colmo.
Y la de historias que se podrían contar. Su fama no era gratuita.
El José Vélez del automovilismo.
La verdad que, por suerte, la historia es muy graciosa, pues la suerte pudiera haber sido peor por las circunstancias
Si, pero Le Mans siempre entraña muchos riesgos incluso ahora.
Pero a pesar de todo, algunos tienen ganas hasta de repetir, ¡mira Mark Webber!
Esta historia me recuerda guardando las distancias porsupuesto a la de Satoshi Motoyama con el DeltaWing en Le Mans 2012 ,intentando hacer algo para poder seguir, con los mecanicos detras de la valla diciendole lo que tenia que hacer. Un saludo!
Si, un cierto parecido si lo tiene.
Genial historia, Le Mans siempre ha sido una carrera diferente, y en parte lo sigue siendo, pero esos años que se juntaban en el mundial, Daytona, Le Mans, Nurburgring y Targa Florio hacían que necesitases un coche mucho más heterogéneo que en la actualidad (hasta que llego Porsche y combinó el 908 con el 917) y eso hacía cada carrera muy diferente.
Aprovecho para preguntarte una cosilla, ¿sabes si en la época que llegaron las llantas monotuerca (inicio de los 70’s) era obligatorio el kit de mazo y demás? La rueda seguro, pero el resto no me acuerdo.
Un saludo.
No estoy seguro de eso, pero supongo que si, sino para que querían la rueda… ¡imagínate un pinchazo en la Targa!
Lo de la rueda lo he pensado por motivos reglamentarios, como el hueco para equipaje en los GT1 o el «asiento del copiloto» en los grupo C, por eso me he preguntado lo de las herramientas.
Fantástico relato maese, intuyo que por los medios de la época estos pedazos de historia apenas llegaban al aficionado, también porque me queda bastante lejano en el tiempo.
Estoy deseando que remate este mundial para ver que nos tienes preparado para la travesía hasta el próximo, de lo que si estoy seguro es que no nos decepcionaras.
Saludos
Gracias Angel, pero estoy pensando en algo diferente, más participativo. Ya os contaré.
Me encantan todas estas historias de la Formula 1, la verdad es que me animan mucho en los malos momentos, me hacen olvidar mis problemas aunque sea por unos minutos,
Muchas gracias, Carlos, el dia 20 a las 20 horas en el foro de PDLR, alli estare.
Gracias Sergi.
Tengo 60 años y fuí comisario en Montjuic. Chris Amon fué mi primer gran ídolo en el mundo del motor. Gratos y grandes recuerdos. Força Ferrari!!
Hola Josep, el abandono en 1969 fue de los más increíbles de su carrera.
He leido en la Motorsport que ha salido un libro nuevo sobre Chris Amon, a lo mejor habra que pedirselo a los Reyes Magos 😀
http://www.amazon.co.uk/dp/1935007246
Hay tantos libros para leer… no tengo ni tiempo ni dinero para todos ellos.